gemini-cli: el nuevo aliado para l@s devs

En un mundo donde la inteligencia artificial se ha colado hasta en la sopa –y bendita sea esa sopa, a veces–, es probable que ya te hayas familiarizado con la versión web de Gemini. Esa interfaz pulcra, intuitiva, donde uno teclea una pregunta y, casi por arte de magia, una respuesta aparece por pantalla. Es una maravilla, no cabe duda, para la creatividad, la búsqueda de información o, simplemente, para sacarnos de algún apuro conceptual. Pero, ¿y si te dijera que esa es solo una faceta de la historia? ¿Y si te dijera que el verdadero potencial de interacción con una IA como Gemini podría residir en un lugar mucho menos glamuroso, pero infinitamente más poderoso para quienes pasamos horas frente a un teclado programando o gestionando sistemas?

Aquí es donde entra en juego gemini-cli, una herramienta que, como su nombre indica, lleva el poder del modelo de Google directamente a tu terminal, a esa ventana negra (o del color que le hayas puesto) donde los comandos son el lenguaje universal. La primera pregunta que surge es obvia: ¿para qué querría uno prescindir de la comodidad de una interfaz gráfica para volver a las líneas de comando? Y la respuesta es tan sencilla como profunda: por la integración y la eficiencia.

Mientras la versión web es fantástica para consultas puntuales y flujos de trabajo aislados, la terminal es el corazón de la productividad para desarrolladores, ingenieros de sistemas y cualquier persona que trabaje con código o gestione infraestructuras. Gemini CLI no es solo una “conversación” con la IA; es una herramienta que se integra con tu entorno de trabajo, con tus archivos, con tu lógica de proyecto. Imagina poder pedirle a Gemini que genere un fragmento de código y que, acto seguido, ese código se escriba directamente en el archivo que tienes abierto, o que te ayude a refactorizar una función compleja y los cambios se reflejen al instante en tu base de código. Esta es la diferencia fundamental: la capacidad de operar directamente sobre tu proyecto, manipular archivos, ejecutar comandos y automatizar tareas , todo ello sin salir del flujo de trabajo habitual de la terminal.

No se trata de una mera duplicación de funcionalidades, sino de una extensión lógica. Es el salto de la consulta pasiva a la interacción activa y contextualizada. La IA no solo te dice cómo hacer algo, sino que te ayuda a hacerlo en el mismo lugar donde trabajas. Y en un ámbito como el desarrollo de software, donde cada segundo cuenta y la fricción entre herramientas puede ralentizarlo todo, esta integración se convierte en un verdadero catalizador para la productividad. Es llevar la inteligencia artificial de un mero “consejero” a un “colaborador” directo en tu día a día, en ese espacio que ya dominas: la línea de comandos.

Lo que verdaderamente lo hace atractivo, al menos en un primer contacto, es su accesibilidad. Google ha sido bastante generoso con su nivel gratuito, ofreciendo hasta mil solicitudes diarias, lo que lo convierte en una opción muy tentadora para experimentar sin que el bolsillo se resienta. Además, su naturaleza open-source nos invita a bucear en sus entrañas, comprender cómo funciona y, quién sabe, quizás incluso a contribuir a su evolución. Imagina poder decirle a tu terminal: “Oye, créame un plan de proyecto para esto”, o “Depura esta función”, y que la IA, con un par de comandos, comience a trazar caminos y a sugerir soluciones. Es un paso más hacia esa promesa de un desarrollo asistido, casi simbiótico, con la máquina.

Ahora bien, el ecosistema de herramientas de IA en la terminal no es, ni de lejos, un desierto. Aquí es donde la comparación se vuelve no solo necesaria, sino también reveladora.

Por un lado, tenemos a OpenAI con su “Codex CLI” , una herramienta que emerge como una respuesta directa a la necesidad de llevar los grandes modelos de lenguaje (LLMs) al entorno local. Codex CLI se jacta de ser un agente de codificación ligero, capaz de leer, modificar y ejecutar código en tu máquina. Su énfasis en la seguridad, con la ejecución en entornos aislados y sin acceso a la red por defecto, es un punto a favor que no podemos obviar. Si bien las capacidades son similares en cuanto a la manipulación de archivos y la ejecución de comandos, la filosofía de OpenAI parece centrarse en una interacción aún más agéntica, con la visión de un “ingeniero de software agéntico” que automatice progresivamente tareas complejas de programación. El hecho de que puedas usarlo para refactorizar código, depurar problemas o incluso escribir tests y ejecutarlos, suena a música celestial para cualquier desarrollador.

Y por el otro, Anthropic nos trae sus propuestas con “Claude Code” y “Claude Engineer”. Si bien Claude es conocido por su enfoque en la seguridad y la precisión, sus herramientas de interfaz de línea de comandos no se quedan atrás. “Claude Code” busca integrarse directamente en tu entorno de desarrollo, ofreciendo una serie de herramientas para operaciones de archivo, búsqueda de código y navegación web, todo ello sin la necesidad de servidores adicionales. Por su parte, “Claude Engineer” se presenta como un asistente de IA auto-mejorable, diseñado para crear y gestionar herramientas de IA con Claude 3.5. La promesa aquí es la capacidad de Claude para generar y gestionar sus propias herramientas, expandiendo continuamente sus capacidades a través de la conversación. Es una aproximación más modular, donde la IA no solo te asiste, sino que también construye sus propias extensiones para adaptarse mejor a tus necesidades.

Entonces, ¿cuál elegir?

La verdad es que cada herramienta tiene su matiz, su punto fuerte. Gemini CLI brilla por su integración con el ecosistema de Google y su modelo Gemini, además de una política de uso gratuito bastante generosa. Su capacidad para manejar grandes bases de código y la flexibilidad de las instrucciones personalizadas a través de gemini.md son características a tener en cuenta.

Codex CLI de OpenAI, por su parte, se posiciona como un asistente robusto y seguro, con un enfoque más centrado en la automatización y la interacción directa con el repositorio. La posibilidad de que la IA no solo sugiera cambios, sino que los aplique automáticamente (si así lo configuras), es una muestra de la dirección hacia la que se dirige el desarrollo asistido por IA.

Y las herramientas de Claude, con su énfasis en la creación y gestión de herramientas por parte de la propia IA, abren una puerta a una personalización y una evolución constante que podría ser revolucionaria para aquellos que buscan una IA que no solo resuelva problemas, sino que también se adapte y crezca con ellos.

Y tú… ¿usas ya alguno?

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